China tiene la población más grande del mundo, siendo esta de 1300 millones de habitantes. En forma territorial es el cuarto, tras Rusia, Canadá y Estados Unidos. Considerando esto podríamos decir que el sueño de cualquier país capitalista es adentrarse en este atractivo mercado, donde hay tantos potenciales consumidores. Por lo demás, China es sinónimo de mano de obra a bajo coste, lo que obliga a empresas de todo el mundo a fijarse en ella a la hora de generar mayor rentabilidad. Es un país pobre, ya que su índice de desarrollo humano medio va del orden de 0,777 (2007), pero aún así es un mercado tan extenso (sólo el 10% son más de 100 millones de personas) que es inevitable el atractivo comercial de la nación.
Es un país que data del año 1600 a.c., por lo que vale la pena detenerse un minuto a analizar cómo se ha llegado al modelo político actual.
Recordemos que en primera instancia China era un país donde las dinastías reinaban y se iban sucediendo una tras otra, cada una de ellas con formas similares a las de la monarquía absoluta, hasta que en el siglo XX, época contemporánea, es derribada la última dinastía: la Manchú. El sistema político que predominará a partir de ese momento es el liberalismo capitalista y nacionalista, aunque no de una forma demasiado consolidada, al menos hasta el año 1937. Cabe mencionar que aún así, ya se practicaba un sistema de comercio capitalista anterior a la caída de la dinastía recién señalada. Desde antes China era considerada un mercado potencial atractivo.
En 1911 triunfa un ciclo revolucionario de carácter liberal, nacionalista y capitalista dirigido por Sun Yat-sen. Se instaló en el poder como una dictadura militar. Posteriormente se desemboca en un segundo ciclo revolucionario que se consolida en 1927 a manos de Chang Kai-chek, en una época de tensiones políticas fuertes, en las que ya la Unión Soviética ejercía un grado importante de influencia ideológica y política en China, y en general, de todos los países simpatizantes a los regimenes socialistas. Esto trae por añadidura la alineación de las primeras guerrillas comunistas. Mao Tse-tung comenzaba a destacar como líder nacionalista, pero preocupado por hacer una reforma agraria radical. Esto supondría la transformación de la propiedad, y progresivamente se volvió hacia el comunismo: hacia el marxismo-leninismo.
En 1921 se fundaría finalmente el Partido Comunista Chino, con Mao como secretario general. Sería este partido el que permanecería hasta la actualidad. Sin olvidar por supuesto el período de guerra entre el nacionalismo (ejército rojo) y el partido comunista, del cuál el último es el gran triunfador cuando en 1949 se proclama la República Popular de China, lo que produce un cambio radical en términos de sociedad y economía, sin dejar de lado su pasado ni sus estructuras originales, creando así un nuevo tipo de socialismo bastante atractivo para los países del Tercer Mundo.
Se inicia un proceso de alfabetización y educación que permite la utilización de las nuevas tecnologías en la industria y la expansión de las ideas socialistas, extrañas a la cultura tradicional china.
Comienza un proceso de reforma agraria, que será la base de la economía china. Los comisarios que llevan a cabo esta reforma difunden por todo el país la ideología comunista y las nuevas costumbres.
Se introduce un nuevo concepto de familia, y de sociedad igualitaria, en la que se destierran prácticas ancestrales.
China era un país en gran parte sin industrializar, por lo que el esfuerzo por crear una industria fabril fue importante. No obstante, esta industria se localizó en los antiguos enclaves coloniales que tenían una infraestructura mínima.
La política económica del PCC favoreció una economía de subsistencia en la que apenas había excedentes que comercializar, y estos únicamente se vendían en las ciudades chinas.
El alejamiento de la URSS permitió que se iniciase un acercamiento a EE UU, lo que les dio la posibilidad acceder a un mercado internacional. En 1972 se comenzó a tener relaciones diplomáticas; además, en la industria hubo un importante desarrollo.
En 1976 muere Mao Tse-tung y se inicia en China un periodo de crisis e inestabilidad política. Tras la muerte de Mao, Deng Xiao-ping se hace con el control efectivo del partido y del país. Se comienza entonces una política de apertura hacia el capitalismo económico, pero no hacia la democracia política. Se permite la propiedad privada de algunos medios de producción, como las tierras, lo que termina generalizando el minifundismo: pues nadie tiene capitales suficientes para comprar las tierras necesarias y producir para el mercado. También se permite la llegada de capital extranjero y el turismo; aunque sólo en las ciudades principales.
Con estas medidas, el comercio se revitaliza y crece la producción agrícola e industrial, gracias a una fuerza de trabajo abundante, barata y suficientemente cualificada. Sin embargo, los canales de comercialización son deficientes y no permiten poner los productos en el mercado.
Esta apertura le abrirá las puertas de los países capitalistas. En 1979 se establecen relaciones diplomáticas con EE UU y en 1984 comienza las conversaciones con Inglaterra para la descolonización de Hong Kong, que culminará definitivamente, el 1 de julio de 1997. El 19 de diciembre de 1999 es devuelto Macao, por parte de los portugueses. Esta es la última colonia europea en Asia. Con la incorporación de Hong Kong, China reúne en un sólo país dos sistemas económicos antagónicos: el comunista y el capitalista.
Tras esta descripción y análisis abreviado del proceso político y social atravesado por China, sería pertinente ligarlo a un tipo societal específico, tal como lo señala Manuel Antonio Garretón en su libro “La sociedad en la que vivi(re)mos”.
Vamos a detenernos en un par de acepciones principales para llegar a dar con un tipo específico que represente la situación china.
En términos de globalización, ligado puramente a lo económico, podríamos decir que China es un país víctima de la misma, ya que es un actor principal en lo que se refiere a la interpenetración de los mercados, en sus aspectos productivos, comerciales y sobre todo financieros, de acuerdo a lo anteriormente expuesto acerca de la mano de obra que representa dicho país y su calidad de acreedor de una gran parte de los tratados de comercio con prácticamente todos los países del mundo. Además de ser un mercado atractivo por extensión geográfica y poblacional. En términos culturales China es también parte de la mundialización ya que en ese sentido es evidente el desarrollo de las comunicaciones, y es parte importante conformando redes de información y comunicación en las cuales el mundo se interconecta, claro que sería importante mencionar la barrera idiomática de raíz cultural, que podría llegar a suponer ciertas dificultades en este sentido, pero no una imposibilidad.
En tercera instancia, la dimensión política, que se ve arrastrada por las dos anteriores, nos habla de la predominancia de una sola gran potencia mundial, hecho que creemos no se da en el caso chino, por los valores culturales y sociales fuertes a los que está arraigado.
La globalización es un fenómeno real, pero no es el único, y es aquí donde converge el hecho de China como país víctima de la globalización versus arraigo cultural. Todo esto representado por el poder de las identidades, hablado en plural, ya que no existe sólo una. Es necesario entonces determinar que a pesar de que el mundo en general corre hacia una cierta dirección, de la cual China es parte, el modelo de sociedad china se limita a ciertos estándares comunes para todos los demás en términos de identificación, producto de una cultura milenaria, con tradiciones potentes en términos ideológicos y por supuesto en términos culturales. Lo que los aleja, sólo en parte de la mayoría, o más bien de la cultura occidental, ampliamente influenciada por Estados Unidos.
China es del tipo societal postindustrial globalizada, ya que cuenta con una sociedad industrial fuerte que la convierte en un actor predominante del capital financiero transnacional y de las nuevas formas de producción. Tiene una industria altamente competitiva, tecnología para desarrollarla y un sistema de comunicaciones amplio e interconectado a nivel mundial.
La organización de este tipo societal se hace en torno al consumo y la comunicación, es decir lo social y lo cultural, al contrario de la sociedad industrial nacional organizada en torno a la política y la economía. Por este motivo, la evolución de China ha desembocado en la sociedad postindustrial globalizada, ya que ha ido abarcando todos estos sectores y los ha hecho relacionarse entre ellos. Representa la integración del país a las nuevas tecnologías y nuevas formas de comprender el mundo que enfrentamos hoy.
Los actores principales de este grupo son en primer lugar la opinión pública, de ahí viene la importancia de los medios de comunicación y la visibilidad entregada a los rostros más visibles e influyentes dentro del país. En segundo lugar están los poderes fácticos, representados por empresas transnacionales, presentes en gran territorio chino. En tercer lugar las redes reales o virtuales, de escasa densidad organizacional y generalmente desterritorializadas.
La sociedad civil china
Actualmente, la sociedad china está compuesta por tres sectores. Un primer sector lo conforma la sociedad política, esto es, el aparato del Estado cuyo órgano principal son los cuadros y funcionarios del Gobierno. El segundo sector está formado por la sociedad económica, es decir, el sistema de la economía de mercado cuya parte principal son las empresas y los empresarios que las dirigen. El tercer sector es la sociedad civil, es decir, el sistema cuyo cuerpo principal está conformado por las organizaciones no gubernamentales y no empresariales y cuyos integrantes son civiles. Producto de todo esto la sociedad civil es el conjunto de todas aquellas relaciones y organizaciones civiles que excluyen tanto el sistema de Gobierno como el sistema de mercado. Por tanto, la sociedad civil no pertenece al primer ni al segundo sector, sino que, aun situándose en y entre ambos, forma el llamado «tercer sector» y constituye la esfera pública civil.
Por otro lado existen los actores identitarios que se expresan a partir de las identidades valga la redundancia, sean estas la edad, el sexo, la religión, la nacionalidad, la etnia y el color. En ese sentido, China cuenta con actores identitarios bastante definidos ya que la religión (budismo, taoísmo, confucionismo, religión tradicional china), a modo de ejemplo, es algo fundamental para ellos, también las tradiciones o ritos culturales establecidos que han perdurado a través de la historia nacional y cultural de su país. El hecho también de pertenecer a un continente tan alejado, tan diferente del occidental, el ser asiáticos, es otra forma de identidad, una forma de arraigo que los hace sentir identificados.
El tipo de poder político que se ejerce es de carácter Sustancialista, definido como “los medios que tiene el hombre para obtener un bien”. Entendiendo esto desde el sentido en que China utiliza en su modelo una serie de leyes a las cuales deben atenerse los individuos y son muy estrictos al respecto. Además, la crianza de los niños desde que son muy pequeños tiene tendencia a encaminar hacia los principios chinos. Hay una serie de reglamentos que se van incorporando a las mentes de los jóvenes mediante la educación. La cultura en general es muy tradicional y obedece a estas convenciones de manera obediente y casi obligada.
Características ideológicas del gobierno:
- El Partido Comunista de China es el único partido gobernante de China.
- Por naturaleza el Estado es una dictadura democrática popular dirigida por la clase obrera y basada en la alianza obrero-campesina.
- El sistema socialista dirigido por la clase obrera y basado en la alianza obrero-campesina es el sistema fundamental de la República Popular China.
- Toda organización e individuo saboteadores del sistema socialista son enemigos del Estado y del pueblo.
- El poder del Estado pertenece en su totalidad al pueblo.
- Los órganos a través de los cuales el pueblo ejerce el poder del Estado son la Asamblea Popular Nacional y las asambleas populares locales de los diversos niveles.
- Por medio de diversos canales y formas, el pueblo administra los asuntos estatales, económicos, culturales y sociales.
Bibliografía:
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